Japón es, sin lugar a duda, uno de los países más fascinantes del mundo. Una nación que ha pasado en apenas un siglo de vivir en la Edad Media a convertirse en una potencia tecnológica y económica a nivel mundial. Algunas de las empresas más potentes del mundo, en el sector de las telecomunicaciones y las tecnologías, son nipones. Pero también han logrado evolucionar en su propia cultura sin perder sus raíces y tradiciones. Es un país de contrastes, sin lugar a dudas, donde lo conservador siempre está en lucha con lo liberal, y esto se demuestra en prácticamente todas las facetas de la vida. La cultura japonesa también ha tenido una gran aceptación en el resto del mundo, especialmente desde la llegada de Internet, que ha ayudado a su expansión siendo solo comparable a la cultura norteamericana. El anime, la música, los mangas, los cosplays, los videojuegos… Japón ha conseguido llegar a todo el mundo a través de su cultura.
Y dentro de ella encontramos también una buena muestra de las dos caras que conviven en el país, a través del llamado hentai. Esta palabra podría traducirse literalmente como “pervertido” o “perversión”, y sirve para designar el contenido ilustrado de carácter pornográfico. Es decir, aquellos mangas, animes y videojuegos que tienen tramas explícitas de sexo, e incluso escenas donde aparecen personajes animados teniendo encuentros de este tipo. El hentai ha tenido una rápida expansión por todo el mundo desde los años 90, ya que apenas existen alternativas parecidas en los demás lugares. La animación para adultos no ha tenido calado en ninguna otra nación salvo en Japón, y al estar acostumbrados al dibujo de los animes, los occidentales hemos aceptado más rápidamente esa tendencia pornográfica. Para muchos, este tipo de contenido es totalmente censurable, y de hecho hay personas que consideran que ver hentai es muestra de una mente poco centrada. Las tramas que muchas veces incluyen las historias son, de hecho, rocambolescas y surrealistas. Pero al final no deja de ser una muestra más de arte dibujado, aunque en este caso se incluyan escenas explícitas que pueden suponer un punto diferenciador importante.
Una versión picante del anime
Dragon Ball, Maznger Z, Heidi, Marco, Campeones, Chicho Terremoto, La Familia Crece, Cowboy Bebop, Death Note… Quien más quien menos, todos en algún momento de nuestra vida nos hemos enganchado a algún anime. Las producciones animadas japonesas llegaron al resto del mundo en los años 80 y se convirtieron en la fantasía de muchos niños de aquella generación. Aquellos inmensos mechas gigantes que peleaban entre sí, las delicadas historias de niños huérfanos o las aventuras interestelares de vaqueros espaciales han hecho las delicias de millones de jóvenes en todo el mundo. El anime, o dibujos animados, como siempre se les ha llamado aquí, tiene su versión picante y explícita en el hentai, un tipo de animación que no está creada para ser emitida por la televisión. Por eso, solo cuando Internet comenzó a despegar, el hentai pudo cruzar fronteras y convertirse en todo un fenómeno mundial.
Millones de fans en todo el mundo (150 palabras más o menos)
La historia del hentai es bastante curiosa, y refleja a la perfección esa doble moral nipona en los asuntos que tienen que ver con el sexo. Tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno japonés impuso una ley muy restrictiva con respecto al contenido explícito y pornográfico en publicaciones. No se podían mostrar de forma gráfica los genitales, ni siquiera vello público. Esto también incluía al manga y al anime, dibujos tanto ilustrados como animados. La censura duró hasta 1990, como veremos después, pero eso no impidió que las primeras producciones de hentai, ya en loa años 80, tuvieran un gran éxito entre un sector numeroso del público nipón, y posteriormente, también internacional. Los orígenes del hentai, de hecho, tienen su raíz en las ilustraciones eróticas del periodo Edo, que supusieron ya un escándalo en su época.
A partir de los años 90, hentais como Lolita Anime, Blue Girl o Kite tuvieron una gran repercusión fuera de las fronteras japonesas, abriendo el camino al género. Eran animes diferentes, muy gráficos, donde el sexo tenía un papel importante, pero no único. Al contrario que en otras producciones de hentai, los personajes sí estaban más desarrollados, y había un cuidado estético y por los detalles. Aquellas producciones encontraron respuesta en un público occidental ávido de este tipo de productos, y la llegada de Internet hizo el resto. De hecho, a principios de los 2000, la palabra hentai siempre aparecía entre las 100 más buscadas en todos los motores cibernéticos. Las productoras comenzaron a comercializar también sus hentai sin censura para el mundo occidental, y esas nuevas versiones se convirtieron en producciones de culto.
Censurados en su propio país
Se da la circunstancia de que estas mismas producciones que tenían millones de fans en todo el mundo habían sido censuradas en su país original, por una ley muy restrictiva. Vigente desde la Segunda Guerra Mundial, el gobierno japonés impedía la censura de los genitales tanto masculinos como femeninos en cualquier contenido audiovisual. Eso incluía también el manga y el anime hentai, incluso la pornografía en acción real. Por eso no es difícil encontrar vídeos de hentai en Internet, pero lo complicado es disfrutar de ellos sin censura. La ley se revocó, en parte, en 1990, pero todavía hoy se sigue censurando este tipo de contenido en muchas ocasiones. Esto ha hecho que el hentai tenga también una forma muy peculiar de desarrollar la temática sexual.
Lo hace a través de la transformación de los órganos masculinos en alternativas fálicas, como tentáculos, por ejemplo. Así mismo, la edad de los protagonistas de muchos hentai está por debajo de los 18 años, y aunque sean adultos, su apariencia sigue siendo adolescente. Esto, que está permitido en Japón, suele generar problemas en países occidentales como Reino Unido o Francia, donde se considera contenido pedófilo. En realidad es una forma más de escapar de la censura, colocando a personajes que no poseen atributos desarrollados, y que tienen apariencia de adolescentes e incluso de niños. El hentai suele tratar además relaciones muy especiales, tanto heterosexuales como homosexuales. De hecho, hay un género completo, el Futanari, que muestra a protagonistas hermafroditas o sin género concreto.
¿Puede ser arte el hentai?
Esta es la eterna discusión que siempre se da cuando hablamos de una obra que contiene imágenes sexuales explícitas. ¿Puede ser arte la pornografía, si está destinada a excitar a quien la consume? ¿Qué necesita un anime o un manga para ser considerado como arte? Evidentemente, muchos no negaron que películas como El Viaje de Chihiro, del gran Miyazaki, son obras maestras. Es dibujo animado, igual que el hentai, aunque con una temática muy diferente, por supuesto. Sin embargo, ¿no se puede ver este tipo de contenido erótico como algo bello, intenso, evocador? Muchos anime hentai tienen imágenes bellísimas y se desarrollan en conflictos emocionales que, más allá de la parte sexual, tocan la fibra del espectador. Claro que si solo lo vemos como porno en dibujos animados, la percepción nos limitará bastante.